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De lo maravilloso de viajar en el tiempo 

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Detalles
Escrito por Por Cristóbal Antonio Rojas Millán
Visto: 2007

 ayo

  • •Napoleón, Hitler, Francisco Franco, Carlos Salinas, Donald Trump
  • •Qué Bello es vivir, Volver Al Futuro, El Efecto Mariposa 
  • •Corregir el pasado para “mejorar” el presente 

 

 

Desde siempre  he sentido una gran atracción hacia las novelas, películas, cuentos y programas de televisión que juegan con el tiempo. Son un gran alimento para la imaginación. 

Por ejemplo alguna vez leí, no recuerdo dónde, que el mundo sería otro si cuando bebé, alguien hubiera acudido a su cuna y le hubiera apretado el cuello a Hitler. Aseguran que lo más probable es no se hubiera presentado tan pronto la Segunda Guerra Mundial (aunque yo lo dudo). 

A este respecto también leí por ahí que la madre naturaleza siempre cumple con su parte, y que si el hombre con La medicina ha evitado millones de muertes, ella crearía criminales que provocaran la violencia necesaria, para matar suficiente gente que compense la sobrevivencia “artificial” ocasionada por La medicina. 

Así es como la naturaleza ha creado a sujetos como: Napoleón, Hitler, Francisco Franco, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Carlos Salinas, Pinochet, Ronald Reagan, George W. Bush y a… Donald Trump. 

Y es que, en mi rebeldía al “Qué podemos hacer para no tener el México que ahora tenemos”, siempre he divagado en la posibilidad de qué aún podríamos hacer algo para que no se hubieran presentado todos esos capítulos de represión que han ensombrecido la historia mexicana como “La noche de Tlatelolco”, del 2 de octubre de 1968; la masacre contra estudiantes cometida por “Los Halcones” en junio 10 de 1971, la represión gubernamental contra los normalistas de Ayotzinapa del 26 de septiembre de 2014. 

O qué te parece haber podido evitar los tres fraudes electorales contemporáneos (1988, 2006 y 2012), los tres con personalidad propia, con diferentes trampas, pero con el mismo objetivo: burlar la voluntad popular.  Pero esperen, esperen. No nos desviemos.

“Algo parecido a un cronómetro” 

Un programa de televisión que cuando pequeño me impacto sobremanera, fue un capítulo de la Dimensión Desconocida. Se llamaba. “Algo parecido a un Cronómetro” (capítulo creado en Estados Unidos en 1963 y que a México llegó por allá de 1967). 

En este capítulo (Quinta Temporada de la Dimensión Desconocida… lo pueden conseguir en You Tube) un hombre demasiado hablantín es despreciado por la gente que lo rodea, en su oficina; en su casa… es más hasta en el bar que frecuenta. 

Y es que este hombre creía saberlo todo… Era fastidioso. 

Muchos parroquianos en aquel bar, tan pronto lo veían llegar… preferían irse a otra parte. He aquí que en uno de esos día de desprecio social, y al ya no tener con quien “fantochear”, notó a un solitario hombre con aspecto de vagabundo, en la mesa del rincón de la cantina. Acude a él. Empieza a fanfarronear sobre su conocimiento en beisbol y le invita una cerveza. Aquel agradece pues ya no tenía dinero para otra bebida. 

“Vagabundo”, en pago, le regala “una especie de cronómetro”. 

El agradecido hombre solitario se va del bar. “Fanfarrón” se queda solo con el barman, quien por cierto le pide que ya no vaya a su negocio, pues cada vez que llega le vacía la cantina. Para lograr que “Fastidioso” le haga ese favor, le invita una cerveza. 

Mientras “Pesado” bebe su cerveza, empieza a manipular la “especie de cronómetro”, por lo que no tarda en darse cuenta que al oprimir el único botón que la maquina posee el tiempo se detiene… El accionar del mundo se inmoviliza. 

El primero que sufre el fenómeno es el cantinero, quien barría la cantina y de pronto queda inmovilizado mientras se agachaba a recoger la basura. “Fanfarrón” oprime nuevamente el cronómetro mágico para darle movilidad.

En su mente empieza a barajear todas las posibilidades que con este poder se le abren, pues el aparato inmovilizaba absolutamente todo: el avión en el aire; el tren en la vía, el clavadista en su viaje hacia la alberca.  

Pensó, por ejemplo, en inmovilizar a esa mujer que siempre lo ha despreciado y hacer con ella lo que siempre ha deseado, (o como dicen las mujeres periodistas “hacerla presa de sus bajos instintos”); o bien en inmovilizar al mundo mientras sacaba suficiente dinero de las cajas fuertes de los bancos importantes. 

Para esta última tarea inclusive roba un carrito de supermercado, el cual feliz empuja (repleto de billetes) por los pasillos del gran banco, mientras la cajera, el gerente, el policía de la entrada están inmovilizados.

Todo iba bien hasta que “Una Especie de Cronómetro” se cae del carrito y se rompe. 

“Charlatán” asustado oprime el aparato una y otra vez, pero no hay reacción en el mundo. El aparato se ha descompuesto. 

Desesperado sale a la calle y observa como todo está inmovilizado, aquella mujer subiendo al autobús, aquella pareja en pleno beso, ese otro con una botella de Coca cola en la boca. 

Empavorecido se da cuenta de que la gente le es necesaria. Que de nada le sirve tanto dinero que ahora tenía, si no había con quién presumirlo. 

Gritando ya, enloquecido, le pide a la gente que por favor se mueva, que quiere platicar con alguien. 

Fue una escena pesadillezca ver a “Charlatán” correr entre toda esa gente, entre todos esos automóviles, entre esos vendedores callejeros, agentes de tránsito de Nueva York… todos, todos inmovilizados.  

¡Qué Bello es Vivir!

Todos sabemos que en épocas decembrinas, una de las películas preferidas por el pueblo estadounidense, y que año con año en ese mes es retransmitido (desde hace más de 60 años) por las cadenas gringas de televisión es la película “Qué bello es vivir”, dirigida por Frank Capra en 1946, con James Stewart en el papel protagónico. 

No es para menos, es una historia hermosa. El filme es un clásico del cine americano, y es la película que más se ha emitido en las televisiones (ya no sólo de Estados Unidos), sino de todo el mundo durante las fechas navideñas.    

Es un hombre con muy buenos sentimientos, que ayuda a todo aquel que requiere de su ayuda, que cambia vidas. 

Sin embargo, una serie de acontecimientos lo arrinconan económicamente, llevándolo a exclamar desesperado: “Desearía no haber nacido”. 

He aquí que Dios le encomienda al ángel de la guarda de aquel desdichado, que vaya a la tierra para quitarle esos malos pensamientos. 

Ángel de la Guarda le hace tener la visión de lo que le habría pasado al mundo si él no hubiera existido. Efectivamente, su bella esposa no hubiera conocido a su “Media Naranja” y se habría convertido en una solterona “Rata de biblioteca”; aquel viejo doctor, al que ayudaba en su botica y que gracias a él, no cometió el error de equivocar una medicina, que le hubiera costado la vida a un paciente. Al no haber vivido nuestro personaje, el doctor… sí cometió el error, le quitaron su licencia de médico y cayó en el alcoholismo; su hermano quien cuando ambos niños, cayó en un mes de diciembre al lago helado, y él fue quien le salvó la vida. Al no haber existido nuestro personaje,  su hermano, murió… lo que amargó la vida de su padre y madre, convirtiéndose en un par de viejos sucios, y agresivos con todos.        

“Volver al Futuro”

Por cierto, el muy exitoso cineasta contemporáneo, Steven Spielberg, en honor a la película Qué Bello es Vivir, de Frank Capra, 40 años después hizo su famosa trilogía de “Volver al Futuro”.

En estas películas, por cierto, empieza a manejarse la teoría de que los sucesos del pasado no pueden modificarse, a riesgo de provocar un cataclismo en el futuro. 

Esta última idea pareció solidificarse con la teoría de El efecto mariposa; un concepto de la teoría del caos. 

La idea (según Wikipedia) es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico (más concretamente con dependencia sensitiva a las condiciones iniciales) cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertas formas completamente diferentes.

Eso implica que si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o mediano plazo de tiempo. 

El Efecto Mariposa

Su nombre proviene de las frases: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino) o "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo", así como también "El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo". 

“Imagínense dos mundos posibles casi idénticos, pero en el segundo hay una mariposa aleteando que en el primero no aparece siendo por los demás los dos mundos idénticos. A largo plazo el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy diferentes, en particular en uno de ellos puede producirse un tsunami o un tifón que en el otro mundo no se produce”.  

  De estas teorías, de estas ideas surgió la película “El Efecto Mariposa” (The butterfly effect) película escrita y dirigida por Eric Bress y protagonizada por Ashton Kutcher y Amy Smart. Estrenada en 2004. El título de la película hacia una referencia precisamente al llamado «efecto mariposa», según el cual «el aleteo de una simple mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo».

La trama gira en torno a Evan Treborn, un estudiante de psicología que un día descubre que, leyendo los diarios personales que él mismo escribió de adolescente por recomendación de su psiquiatra, puede regresar al pasado y cambiar las cosas.

Sin embargo, en cada modificación del pasado, tratando de beneficiar a unos, termina por perjudicar de peor manera a otros.

Fueron estas ideas las que me hicieron dudar de la posibilidad (si es que la hubiera) de cambiar el pasado. 

Te imaginas que México tendríamos ahora, (sin faltar el respeto de los muertos) si no hubiera muerto el millón de mexicanos en nuestra Revolución de 1910. Ese millón obviamente se hubiera reproducido; tal vez ahora nuestra población no sería de 120 millones, sino de más de 150 millones de habitantes. Si ya de por sí nuestra República (y los pésimos gobiernos que hemos sufrido desde entonces) no se da abasto para dar empleo y alimentación, imagina a un México con más gente. 

Qué hubiera pasado en el mundo  si no hubieran muerto los 20 millones de la primera guerra mundial; y los 60 millones de la Segunda Guerra Mundial. Uff, no seríamos 7 mil millones de habitantes, sino unos 9 mil millones. El caos… el verdadero caos. 

Ni hablar, El Efecto Mariposa, acaba de ganar adeptos… y muy a tiempo, porque fíjate amable lector que hace unas semanas tenía la intención de hacer una trilogía de cuentos sobre viajes al pasado. 

Pero deja me explico: Resulta que en la Internet leí que habían descubierto que se puede viajar en el tiempo, a través de la mente. 

Debo decirte que inclusive hasta compre “boleto”. Es decir, decidí empaparme de ese nuevo conocimiento, y hacer que mi mente viajara a 1968, año clave en muchos aspectos, para estar con mi madre y prevenirla del cáncer que la atacaría; para acudir a Tlatelolco y ver con mis propios ojos el Ejército que recibe su sueldo del pueblo, como atacaba con ametralladora y tanques a ese pueblo; y en tercer lugar, para intentar acudir a Liverpool y presenciar el concierto que los Beatles dieron en la azotea de un edificio de Abbey Road. 

 

Sin embargo, el efecto mariposa me detuvo en mi intentona. Porque cualquier cambio que lograra, posiblemente repercutiría severamente en el futuro de miles de personas. Por ejemplo, si mi madre no hubiera muerto en 1970; ella que me consentía demasiado, tal vez no me hubiera dejado crecer intelectualmente; tal vez no hubiera sido periodista, tal vez tú no estarías leyendo este escrito. Tal vez no me hubiera casado con quien yo sé, por lo que no tuviera los hijos maravillosos que sí tengo. No, no, no. El efecto mariposa me hizo desistir de viajar al pasado.       

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